lunes, 11 de enero de 2010

La cocina

Entramos en el año 2004
En Tilcara, a 90 Km. de San Salvador de Jujuy, hay un barrio denominado La Falda que está ubicado en pleno cerro, allí se eleva una cocina muy particular, está fuera de la casa: con paredes de adobe y su techo de paja guayada (1) y soporte de caña, la altura en la parte más alta no excede del metro ochenta y la más baja del metro cuarenta, es decir techo de una sola agua. El fueguero (2)  en el medio de la habitación, para que la gente se siente alrededor. En las paredes por donde no llega el viento, unos triángulos alineados irregularmente que  están hechos con el mismo adobe y que sirven de ventilación, es decir en las paredes del este y oeste. El piso de tierra y la abertura para entrar hacia el sur y sin puerta, dentro de ella se encuentran, por los rincones, algunos leños, carbón y chaspita (3) mas allá unos yuritos (4) de diferentes formas y tamaño, que sirven para calentar agua, hervir mote o simplemente hacer un mate; las paredes con una variedad de grises que en realidad es el tizne que a mi entender muestra el paso del tiempo, el tipo de fuego o fiesta que se realizó en algún momento. Lo mágico de esto es que ya no existen ese tipo de construcciones en la ciudad de Tilcara. Este tipo de cocina se remonta a los naturales de estas tierras, alguien la transportó de medio de los cerros a este lugar.
Allí se puede ver una mujer de unos 69 años, haciendo tostao (5) en un tiesto (6) o hirviendo mote (7)  en un profundo silencio y un gesto de placer como si se recordara o simplemente se abstrajera de este mundo para establecerse en el espacio de sus antepasados. En otra oportunidad se sienta a coquear (8) mirando por la abertura hacia el exterior, y si uno pregunta, - ¿Qué hace?, contesta: “aquí esta tibiando (9)  y lindo pa’ coquear”,  y sigue mirando el paisaje y ambos parecen que se van a corretear por los altos o los ayeres, y uno se queda parado en el silencio que dejan ambos. ¿Qué misterio?, ¿Qué secreto, se esconde en esas miradas largas y lejanas?
Por más que me esforzaba, no llegué a descifrar los misterios o secretos, ni dónde iban las miradas.
Fue necesario sentarse al frente de la mujer en el círculo mágico del fueguero e ir escalando sobre su mutismo para llegar al tiempo de su silencio, la cocina se tornaba hostil para mí, el humo me lastimaba los ojos, pero algo dentro de mí me decía que el secreto estaba allí, el fuego me fue entibiando el alma y empezó a llegar el conocimiento, en las palabras suaves y roncas de la mujer y así me fui nutriendo de mis abuelos, padres, hermanos, durezas de la vida que pasaron, travesuras, risas, miedos. Todo esto me pasaba como si fuese un sueño, la mujer ya no tenía sexo ni identidad, ella se iba transformando en cada relato y me miraba con su mirada clara y transparente, brillante. La profundidad de su mirada, me acortó la distancia a la ternura, a sus manos marcadas por el rigor del tiempo, a la lejanía de sus siembras y ritos. Todo esto sucedió a medida que pasaban los días; en un momento me corrió una lágrima tibia y salobre que se perdió en mis labios, fue entonces que me di cuenta que esa cocina me estaba esperando, para regresarme mis alas, mi espíritu de pájaro.
Glosario
1) guayada: paja llamada guaya, se encuentra cerca de los valles a la orilla de las acequias o aguadas; son altas y duras, se van poniendo por atados y se unen a la caña por medio de hilos y se ubican como si fuesen tejas, no pasa el agua. Y ya la habitación es calentita.
2) fueguero: se ubica en el medio de la habitación y se rodea con piedras para poner a calentar las ollas.
3) chaspita: palitos, pajita, astillita de leña que sirven para encender el fuego.
4) yuritos: vasijas de barro de cuello cerrado que se usan para cocinar
5) tostao: es un Maíz llamado chulpi,  blanco o azulino, que se tuesta en tiesto para comer en cuenta de pan.
6) tiesto: pedazo de olla u olla partida en donde poniendo arena y con una escobita de guaya, sirve para hacer tostao.
7) mote: maíz desgranado que se seca; después se pela con ceniza y sirve para hacer distintos tipos de comidas.
8) coquear: macerar las hojas de coca o hacer acullico.
Acullico: porción de hojas de coca que se maceran entre las muelas y la cara interna de la mejilla. El coqueador no mastica las hojas, sino que las va colocando de a una, para salivarlas y por presión, fricción y succión, extraerles el jugo sin romper la nervadura. Se forma así una pelotilla, que se mantiene largo tiempo en la boca.
9) tibiando: esta calentando. Apenas caliente. Que no esté frío ni caliente, es decir tibio.
Se ha mencionado el maíz para tostao, el maíz para el mote, en realidad en América, el maíz fue considerada una planta sagrada durante el Incanato, en el Perú prehispánico, el maíz no sólo fue uno de los alimentos más importantes, sino que con él se elaboraba la bebida más apreciada: la chicha de maíz.
Ahora, como antiguamente, el maíz se cultiva en diferentes climas y alturas. La variedad cultivada en la región del lago Titicaca, a 3.900 metros de altitud, fue la más apreciada por los Incas (Horkheimer, 1990:73)
Horkheimer cita un pequeño vocabulario de voces antiguas quechuas referidas al Maíz; entre ellas encontramos:
Sara, nombre genérico del maíz; Capia, maíz tierno; Murucho, maíz duro; Yunkasara, maíz de los yungas; Pisankialla, maíz de reventar; Chokllu, mazorca de maíz; Moti, maíz cocido; Cancha, maíz tostado; Sara lahua, papilla de maíz; Tanta, pan corriente de maíz; Sanku, pan de maíz para fines ceremoniales; Ishkupcha, mezcla de maíz y polvo de cal; Ague, chicha de maíz; Sara ACU, harina de maíz.
Hoy, muchos de estos vocablos siguen vigentes y sirven para nombrar diferentes variedades de maíz que se cultivan en regiones templadas, frías y cálidas.
En Tilcara encontramos una gran variedad de maíces nativos blandos y duros que se diferencian entre sí por su tamaño, color, forma, transparencia de sus granos y sus matices.

Digo La Mazamorra

La mazamorra, ¿sabes?, es el pan de los pobres,
La leche de las madres con los senos vacíos,
—yo le beso las manos al Inca Viracocha
porque inventó el Maíz y enseñó su cultivo—.

Sobre una artesa viene para unir la familia,
Saludada por viejos, festejada por niños,
Allá donde las cabras remontan el silencio
Y el hambre es una nube con las alas de trigo.

Todo es hermoso en ella: la mazorca madura,
Que desgranan en noches de viento campesino,
El mortero y la moza con trenzas sobre el hombro
Que entre los granos mezcla rubores y suspiros.

Si la quieres perfecta busca un cuenco de barro,
Y espésala con leves ademanes prolijos
Del mecedor cortado de ramas de la higuera
Que en el patio da sombra, benteveos, e higos.

Y agrégale una pizca de ceniza de jume,
La planta que resume los desiertos salinos,
Y deja que la llama le trasmita su fuerza
Hasta que asuma un tinte levemente ambarino.

Cuando la comes sientes que el Pueblo te acompaña
A lo largo de valles, por recodos de ríos,
Entre las grandes rocas, debajo de cardones
Que arañan con espinas el cristal del estío.

El Pueblo te acompaña cada vez que la comes,
Llega a tu lado, ¿sabes?, se te pone al oído
Y te murmura voces que suben a tu sangre
Para romper la niebla del mortal egoísmo.

Porque eres uno y todos, comiendo el alimento
De todos, en la fiesta del almuerzo tranquilo;
La Mazamorra dulce que es el pan de los pobres,
Y leche de las madres con los senos vacíos,

Cuando la comes sientes que la tierra es tu madre,
Más que la anciana triste que espera en el camino
Tu regreso del campo, la madre de tu madre,
—su cara es una piedra trabajada por siglos—.

Las ciudades ignoran su gusto americano,
Y muchos ya no saben su sabor argentino,
Pero ella será siempre lo que fue por el inca:
Nodriza de los pueblos del páramo andino.

La noche en que fusilen canciones y poetas
Por haber traicionado, por haber corrompido
La música y el polen, los pájaros y el fuego,
Quizás a mí me salven estos versos que digo…

De Antonio Esteban Agüero, nacido en Merlo, San Luis, Argentina
Viendo Pasar el tiempo y recreando las cosas de la vida. Apareció el cruel día de l 8 de marzo (cruel, por la masacre de Estados Unidos), en que se conmemora el día de la mujer. Las noticias de la radio, que es lo único que escucho por ahora de afuera del área de Tilcara, desnudaban el homenaje a la mujer en todas aquellas personas, que triunfaron o son exitosas en la vida. Me pregunté por qué no hay una mujer común, o alguien que esté luchando para llegar, y fue entonces que me acordé de Micaela Olalla Tania Chauque, que nació allá por enero de 1979, en un paraje llamado “Cerro el Medio” perteneciente a la comunidad Indígena de Finca Santiago, de un pueblo, hermoso y fasci-nante, como es Iruya, de la provincia de Salta. El único camino para llegar a esa localidad es por Iturbe (antiguamente llamada La Negra Muerta) pasando Humahuaca, provincia de Jujuy. Por esa razón se las quiero presentar: ella cursó sus estudios primarios en la localidad de “Los Toldos”,
Pueblito que pertenece al Dto. De Santa Victoria, al oeste de Iruya y limita con “La Mamorra”, pueblo perteneciente a Bolivia y cuyo límite natural es el río Bermejo, donde su padre era el Maestro. Vivía en una casa grande que fue la antigua escuela del lugar. En ese pueblo, como jugando, aprendió a cantar coplas y andar a caballo. En las vacaciones se trasladaba a Salta. Y allí si su padre estudiaba flauta, guitarra, bandoneón, ella también. “Lo único con lo que no insistí fue con el bandoneón, para mí que porque era una niña, eso pesaba mucho. Pero lo que más me gustaba era bailar, así fue transcurriendo el tiempo, lo jubilaron a mi padre y nos trasladamos a Salta, donde cursé los estudios secundarios en la Escuela Polivalente de Arte, siempre inclinándome por la danza, y en la parte de la música comencé con el zicu y la zampoña. Cuando cumplí 15 años un lutier jujeño llamado Domingo Ríos (hermano mayor de Tomás Lipan) me regaló mi primera quena.”
 Al ir siguiendo su relato fui descubriendo en su mirada que allí comenzó su pasión por la música.
“Mi vida transitaba en el Polivalente de Arte donde se forma el primer conjunto del cual participé, se llamó “Vientos del Norte”. Todo esto lo tomé como un aprendizaje, pero a mí me llamaba la danza, por eso me recibí de profesora de danza. Luego empecé a investigar dónde estudiaron mis profesores, y allí descubrí el Profesorado Nacional de Folclore, que hoy forma parte del I.U.M.A.(Instituto Nacional de Artes). Este instituto quedaba en Buenos Aires y mi papá no quería saber nada, él pre-tendía  que estudiara una carrera en serio, que me diera un bienestar en la vida, pero yo ya había decidido. Mi primer domicilio fue la “Villa 31”;  allí conocí a la familia Nieves de Santa Catalina Jujuy, con ellos salí a tocar, en plaza Francia, peatonal Florida, etc. Y así continué, entre el trabajo de enseñar danza e interpretar música”. (Cuando se habla de música con Micaela, se habla de música Andina).
“Mi padre seguía trabajando en la comunidad Indígena de Finca Santiago, ellos lograron una beca para todos los estudiantes que estábamos fuera de la comunidad. Esto me permitió cambiar de lugar de residencia, primero fue Merlo, luego Once y finalmente me mudé a pleno centro, Lavalle y Rivadavia, pero seguía con mis trabajos, y siempre buscando dónde tocar. El centro colla empezó a realizar peñas, entonces iba  a tocar y allí me acompañaban unos y otros, creo que fue el comienzo como solista. Se me presentó la oportunidad de tocar con Jaime Torres, esto me sirvió muchísimo ya que la disciplina de los ensayos y el rigor de los horarios eran muy estrictos.”
Por mi apreciación, a esta altura de su relato la música ya estaba fluyendo de ella como la sangre, o no sé si la música no era su sangre. Esa sangre que sin ella saberlo la estaba reclamando desde el  norte, de donde ella partió a buscar su propia vida.
“Siento que le debo mucho a la Finca Santiago, por que siempre me apoyaron.”
¿Sería así? ¿O la nostalgia del silencio la regresó a su norte cuando se recibió?  
“Primero fui a Salta y no me sentí bien; luego recalé en Tilcara. Desde allí, trabajo dando clases de música e interpretando la música de mi tierra.”
Mica, ¿qué te queda de Buenos Aires? Los ojos le brillan como si estuviera por cometer una travesura.
“Viví en Buenos Aires, pero nunca me sentí parte de esa ciudad, vivía de sorpresa en sorpresa, como una turista; conocí el tren, viajaba en subte y daba vueltas y vueltas al Obelisco una y otra vez. Una imagen que me queda de esa ciudad es Constitución, cuando baja la gente de los trenes, ¡qué cantidad de gente!, nunca pude saber qué cantidad de gente vivía en Buenos Aires.
¿Los Toldos?  Se me viene a la memoria la fiesta de San Pedro, cuando las mujeres bailaban descalzas con o sin música, el sonido de las “cañas”, “cornetas” o “erques”, como le llaman en Tilcara, instrumento de viento echo de caña que mide más o menos de dos a tres metros, con un pabellón en la punta y tiene un sonido ronco, el canto de las coplas con otro amigo a lo lejos. El andar a caballo (piensa). Mi casa grande; recuerdo que para un Mundial habían traído un televisor de Salta, se pusieron a trabajar pero al final no se vio nada. Me quedan los cuentos de la gente que se moría, los demás me decían que si uno tenía algo de la persona que se murió, seguro que viene de noche y te hace sonar, (sonar es pegar o castigar) y nosotros teníamos un mueble echo por esa persona y yo no pude dormir esa noche.”

Cuántas cosas se van quedando en el tintero, en la tarde de Tilcara. Cuánto silencio hace que brote en su sonrisa la música. Cuánta juventud trabajando por el misterio de los pueblos de esta América adormecida, no sé si es un homenaje o es parte de la verdadera historia de éste, nuestro hermoso País.  

El runa y yo


Crece sobre la costra de la Puna,
retoño del misterio, flor del llanto,
el silencio del runa; y duele tanto
que hasta el alma se sangra por el runa.

Avaro de su trágica fortuna,
celoso jardinero del espanto,
él siembra las monedas de su canto
en los charcos caídos de la luna.

Aunque seguro estoy que es en vano
no declino el intento en que porfío
por alcanzar su pecho tan lejano.

Está lejos de mí, pero es tan mío
como este corazón, como esta mano
y como este poema que le envío.


Martín Raúl Galán
Poeta jujeño nacido en 1913 y muerto en 1963.
Hoy me acerqué en el silencio del desayuno al alma clara de Demetria (mi informadora); ella mezclaba sus yuyos mascullando palabras inteligibles, agradeciendo el nuevo día.
—Vos savis, que la finadita abuela contaba cosas que me hacían reyir. Ella sabía contar que pa’ lau de la banda, aquí en Tilcara, hace mucho tiempo, no si cuanto, entuavía no había apareciu el tren. A bajao de los valles, una cholita (los valles quedan más o menos a 8 horas de viaje a pie por senderos de cabra). Jovencita era, creo que se llamaba Margarita, tendría unos 17 ó 18 años, nada sabía del pueblo y por esa razón enseguida se ha enredao con un hombre, mayor, más de 60 tendría, y se han casao. Pero don Calixto, así se llamaba el hombre, era celoso, no la dejaba ni un ratito, la Margarita se quejaba con las vecinas cuando hacían pan o iban a lavar ropa.
Calixto un día se tuvo que ausentar por unas diligencias y su mujer se quedó, porque tenía el pan listo para hornear. Las vecinas llegaron para ayudarla y aprove-charon para aconsejarla.
-Deja ese viejo; -No perdais el tiempo; -Buscate un joven.
Margarita abrumada por los dichos y sin saber qué hacer dijo: -de dónde voy a sacar un joven.
-Yo te lo traigo (contestó una). -¿Qué va a decir Calixto?. -No seas sonsa, Calixto no tiene que estar (replicó otra). -Pero, sí, siempre anda pega’o a mí.
-¿Nunca hace viajes largos? (preguntó otra)
Se terminó la horneada, se repartió el pan y Margarita se quedó sola y le empezó a rondar en la cabeza la idea de quedarse sola.
Pasaron los días y la rutina solemne continuaba entre la siembra, cuidar las ovejas, hilar en puisca, tejer en telar. Margarita seguía con el pensamiento de quedarse sola.
-¿No sería tiempo que compris unos burros? ¿pa cuando, vamos al valle a visitar a mis viejos?
-No hace falta, se los pido a «Churay».
-Estaba pensando que nos hace falta maíz perla para hacer tostao, habría que ir a San Bernardo, son 3 a 4 días. -Ya le’i encargao a doña Asunta.
Así pasaba un día y otro día, y la oportunidad llegó.
-Mujer, tengo que ir a Humahuaca, por dos o tres días, tengo que arreglar con el Juez los terrenitos que están al la’o del río, si no alguno se los va quedar.
Margarita disimuló su alegría, el hombre preparó los burros, la carga, porque aprovecharía el viaje para cambiar su charqui, vender unas mantas y ponchos.
Partió masticando su coca al paso cansino detrás de sus burros, Margarita se quedó mirando el sendero, con una cierta nostalgia, pero enseguida las vecinas interrumpieron dándole recomendaciones.
-Bañati con agüita de canchalagua (una planta abundante en la zona), te va dejar buen olor.
-Ponete la mejor ropa que tengáis de abajo (por ropa interior). -Ponete churita.
-Yo te voy a traer un chango joven po’. -Pa’ relamerse.
-Cuando llegue la oscuridad acostati no más.
Margarita no entendía nada pero obedeció.
Calixto que ya había subido la cuesta de su vida varias veces, al llegar al abra, desensilló su recua, dio de comer a los animales, se sentó, puso debajo de una piedra el acullico, agradeció a la Pacha por protegerlo en el camino andado y pacientemente desató su avío (su vianda) y comenzó a masticar el queso, como había masticado la esencia de su vida; luego preparó su recua y comenzó a desandar el camino. Ya cerca de la casa, en el corral del alto, dejó los burros con comida, alzó la carga tranquilamente hasta la casa mientras la luna lo acompañaba y las estrellas tiritaban de miedo.
Después de finalizada su tarea como un día cualquiera entró sigilosamente a la habitación que compartía con su amada, se sentó en una esquina; allí, desenredó su sueño mientras un aroma diferente lo invadía en su pensamiento, unos pasos sigilosos lo sacaron de su silencio; de la misma manera que había entrado se acercó hasta la puerta; cuando el joven pisó el umbral, lo tomó por el cuello de tal manera que éste no pudo emitir ni un quejido. Sin decir una sola palabra lo llevó a un cuarto y lo encerró con llave. Regresó con su silencio espantado en los ojos, entró de golpe en el cuarto, como nunca.
-¡¡¡Margarita!!!! ¡¡¡Levántate!!!!
Margarita, que hasta ese momento, soñaba con el encuentro de la carne joven, ante la sorpresa ni siquiera protestó, se levantó y escuchó.
-A ver si asís una sopa majada, poné papa runa a hervir con cáscara, pedíle a la Asunta unos quesos de cabra, después se lo pago, haci un picante de mote, y que esté todo listo pa’ cuando yo vuelva, cuando el sol esté alto  sobre mi cabeza.
-Tratá de que no falte, que viene el cura, el juez, los padrinos y otra gente.
Margarita ni siquiera intentó mirarlo, asintió, moviendo la cabeza, el hombre salió y fue cuando el temor, el miedo, la vergüenza y el dolor la asaltaron, no sabía lo que iba a suceder, no sabía que la luna había pegado recién su segundo bostezo, es decir ni sabía qué hora era. El mozo se había sentado, ni siquiera se movía, estaba muy dentro de él, como si se acariciara suavemente, porque sabía las costumbres, sabía que a su falta le correspondía ser ajusticiado sin que nadie protestara, es decir el ofendido lo mataba sin piedad y como quisiera y frente a quien quisiera. El no conocía la muerte, ni siquiera la había pensado (en la cultura andina se le dice, conocer la muerte, cuando uno se ha salvado de desbarrancarse o ha salido ileso de una pelea a cuchillo), pocas veces había salido de su pueblo, no sabía de la vida. Solamente sabía que su hombría y dignidad era enfrentar los hechos como le habían enseñado sus mayores.
Margarita tenía casi todo listo cuando se acordó de los quesos y fue a lo de la Asunta.
-Asunta dame unos quesos que dispues te los paga el Calixto.
-¿Qué te pasa Margarita? Parece que se te apareciu el mesmo diablo.
-¿En qué lío me has metiu? El Calixto se ha vuelto, y lo atrapao, al mozo, (agitada) lo tiene encerrao, en el cuarto donde reza... Tengo miedo, porque se ha puesto como loco, y me ha ordenau que haga comida para muchos, y ha saliu a buscar al cura, al juez, y no sé a quién más.
-Por Dios, por la Virgen y por todos Los Santos.
-¿Qué pasa Asunta?, no me hagáis asustar más de lo que estoy.
-¿No sabis cómo son las costumbres de estos lugares?  -¡Noo!
-Por estos laus, cuando se atrapa a alguien en esa falta, el ofendiu tiene derecho a...
-¿A qué? -A.. ¡matarlo!
-¿Queeeeeeé? (Y no pudo decir más nada, las lágrimas la invadieron, el miedo, el pánico, se hicieron corpóreos).
(Asunta, pensando): -No te aflijas, ¿tenís la llave?. -¡¡Noo!!
No importa, no lloris más; ¿tenés cera?. -Sí.
-Tráemela. ¿Ti acordás del chivato, de astas grande y barba larga que tengo encerrao en el sembrau? Trayelo.
Margarita no preguntó y salió corriendo, era bastante lejos. Cuando regresó, Asunta ya había abierto la puerta, el muchacho ya no estaba. Ante el asombro de Margarita, encerró al chivato, y cerró la puerta con llave; apenas terminó, llegó Calixto, con algunos invitados, justo cuando el sol estaba en lo alto, sobre la cabeza de la gente y los cardones; la sombra, estaba ausente.
Todos se sentaron, al comienzo el silencio, como nunca, hacía notar su presencia, pero a medida que comían y bebían, se soltaron las anécdotas, las risas. Margarita, servía callada. Calixto caminaba de un lado al otro. El chivato, hacía un ruido extraño, a los oídos de Calixto, sonaba como tres.
-Tres te voy a dar.
Otra vez el sonido.
-Tres te voy a dar, ya vas a ver.
Todos comían, sabían que las costumbres, aunque sean bárbaras se respetan; cuando terminaron de comer, Calixto repartió coca; cuando el acullico ya estaba armado, llamó a todos hasta la habitación donde supuestamente estaba el muchacho, encerrado. Cuando abrió la puerta, el chivato lo sorprendió, horquetándolo en sus astas, arrojándolo en medio del patio. Y salió corriendo. La gente no sabía si reír o perseguir al animal. Optó por lo primero. Solo Asunta se quedó escondiendo su sonrisa. Margarita no sabia si reír o llorar.
Asunta dijo (aprovechado la confusión de Calixto, que sentado en medio del patio, no entendía nada): -Había siu el mesmo diablo.
Caixto: -No, era un mozo que yo atrapé anoche, entrando a la pieza donde dormía mi mujer.
Asunta: -Era el diablo, que ha veniu a pedir cuenta de los que piensan mal, ha siu su pensamiento que ha traiu al diablo.  Calixto miraba sin comprender nada. Asunta, mirando a Margarita, con complicidad afirmó: -Ha siu el mismo diablo. Y se fue repitiendo: -ha siu el mesmo diablo.
Margarita miró a Calixto, en la posición que estaba, corrió, se tiró en sus brazos y se los dos echaron a reír y reír.


En Mayo del corriente año, en las Escuelas rurales 241 y 378, de Huella y la Banda respectivamente, del departamento de Tilcara, se inicio un programa llamado "El arte va a la Escuela" apoyando a un proyecto, de redes "Un Cuento Quebradeño en Títeres". Ambos proyectos terminaron el 19 de octubre con una reunión institucional donde se evaluó el logro alcanzado. Las obras que se presentaron los días 13 - 14 - 15 y 18 de octubre de 2005. Fueron:"El Coquena por la Banda", "El Zorro de San José por Huella". Todo este enunciado es pura, formalidad, lo esencial es: que más de 58 niños vivieron la experiencia de crear: escenografías, muñecos de varilla, parrillas para colgar los trastos, los retablos, aprendiendo a manejar luces, musicalizar las obras y trabajar: en la desinhibición, en sus cuerpos, en la concentración y sus voces. Algo que en las Escuelas rurales, no se ha desarrollado, por lo menos, en estas. Las anécdotas, los contratiempos, y el esfuerzo fue compensado, por el maravilloso desenvolvimiento de los niños, que una vez, pasada la sorpresa de lo nuevo y tomando el hilo de la improvisación, desplegaron con admirable soltura, su espontaneidad y lenguaje propio de la zona. Las obras, los bailes nativos y las corografías. Se desplegaron bajo el cielo de la Banda y Juella, los nervios y las risas de los actores dieron paso a la creación y a la sorpresa de la gente que presenció el espectáculo. Así finalizo el primer encuentro de "UN CUENTO QUEBRADEÑO EN TITERES". Todo parece simple, pero una escuela de tercera, no tiene derecho a estas experiencias en nuestro, país, cuando se hacen la reuniones de maestros, se separa, las Escuelas de primera, las de segunda y las de tercera. Como si un docente se prepara para ser de diferentes categorías o como si los niños de estas Escuelitas, no tuviesen la capacidad de entender lo que se programa, para cualquier niño. Los niños con los que trabaje son trabajadores del campo desde los 5 o 6 años, ya desayunando, pastando las ovejas o cabras. Levantándose a cosechar la verdura, a las 4 o 5 de la mañana. Para después ir al colegio, subestimamos su capacidad, su entender y sus derechos, niños que a veces no tienen infancia, ni adolescencia, niños que de pronto tienen responsabilidades de mayores. A veces se me pregunta por que la gente del norte es tan seria, hay que conocer la realidad de esos seres. Cuando vemos una película que se refiere a esa gente, leemos un poema, lloramos y nos angustiamos. Cuando se vive en el lugar, es cuando el alma, se parte en mil pedazos, cuando la injusticia le cava en lo profundo del razón, cuando las lagrimas no sirven ni para regar una esperanza. ¿Dónde quedaron los derechos del niño? ¿Dónde quedan los discursos de los ministros de educación? ¿El mensaje de los educadores? Me parece que para cerrar el niño yuntero de Miguel Hernández, da el acento Juega Miguel Hernández., girando la noria del triángulo dramático, los tres movimientos: Salvador (exaltación), Perseguidor (imprecación) y Víctima (lamentación). En El niño yuntero vivencia simultáneamente los tres papeles: Víctima ("me da su arado en el pecho"), Perseguidor ("¿De dónde saldrá el martillo?") y Salvador ("¿Quién salvará este chiquillo?"). Identificamos los tres caminos expresivos de Viento del pueblo con las tres heridas del hombre: la de la vida (lamentación), la de la muerte (imprecación), la del amor (exaltación). Revive Miguel en cada niño trabajador su propia tragedia de adolescente cabrero que arrea su ganado, de viaje a la vega, saludando a compañeros que prolongan estudios que él ha tenido que abandonar (El hijo del pobre): "Han pasado mis ojos por los pueblos de España: ¿qué han visto? Junto a los hombres tristes y gastados de trabajar y mal comer, los niños yunteros, mineros, herreros, albañiles, ferozmente contagiados por el gesto de sus padres: los niños con cara de ancianos y ojos de desgracia. Nunca abandonó su conciencia de clase. Sijé, García Lorca, Aleixandre..., grandes amigos, eran señoritos. Así escribe, con gran dolor y resentimiento: "Mientras nosotros éramos desterrados de la alegría, de los juegos y las fiestas, de la hermosura de vivir limpios y satisfechos; mientras nos comían el calor y el frío, los hijos de los ricos, por muy dignos de cuidar cerdos que fueran, gozaban de todo y sólo para ellos se abrían las aulas..."
En la página de este mes trataremos uno de los ritos más importantes que aún se mantienen en el noroeste argentino; dentro de la creencia popular, de Tilcara 2004, nos encontramos con el rito de la Pachamama. Si bien es cierto no está en estos momentos conceptuada como la de nuestros antepasados, sigue en vigencia con algunas variantes y algunos conceptos cambiados, pero en sí sigue siendo memoria de nuestros antepasados.
El término Mama por ejemplo no figura en ninguna lengua de América precolombina, es decir que el término de nuestros originarios era PACHA, que en quejchua, significa: ENGENDRADORA, CONTENEDORA, PROCTECTORA, y si tomamos el término MAMA en su semántica, quiere decir exactamente lo mismo. En otra oportunidad tomaremos a PACHA desde la cosmovisión americana, por ahora sólo nos referiremos al tiempo en que se le rinde culto.
En toda la corriente cultural Andina se le rinde culto a la pacha, durante los meses de agosto y febrero; aunque algunos estudiosos dicen que el día de la PACHA es el  1° de agosto, eso depende de las características culturales y laborales del habitante del lugar, si es minero, arriero, agricultor, ganadero, etc.
Ejemplo: un arriero que se traslada durante seis meses por el interior de la quebrada o puna andina, no llega justo el primero de agosto, y es en el lugar que habita donde realiza la ceremonia agradeciendo todo lo que le brindó la pacha durante su viaje.
En febrero la gente agradece el multiplico del ganado y las cosechas y se compromete a trabajar de una manera diferente si la cosecha no ha sido buena.
¿Por qué agosto? Porque es cuando se siembra, se le pide permiso a la tierra para poder sembrar y se le encarga que cuide su sembrado.
La gente de la cultura andina comienza a trabajar la tierra a fines de abril, principios de mayo, a esto le llaman BERBERECHO y consiste en dar vuelta la tierra para que las hojas y demás ramas se pudran, produciéndose así un abono natural. Para fines de junio se produce la RAMIADA: esto consiste en alisar la tierra. Para julio hay que AMELGAR la tierra, es decir volver a darla vuelta y dejarla descansar un tiempo, y en agosto se surca para sembrar y es ahí cuando el mundo Andino toma el ritual de sus antepasados; es para esa época que regresan los arrieros, cuando se cruza el ganado para el multiplico, es ahí cuando el minero sale de las vetas, porque el calendario de la cultura andina es agrario.
Toda esta introducción es para que el lector se ubique en la leyenda que aún hoy corre de boca en boca.
Dicen que por la quebrada de Huychaira, en la localidad de Tilcara, Jujuy, había dos hermanos, uno codicioso que nadie sabía cómo había hecho mucho dinero, su característica era que nunca ayudaba a nadie, ni a su propio hermano, al que ni visitaba ni dejaba que lo visite. El otro era un hombre noble y trabajador, siempre estaba para quien lo necesitara y si no, trabajando de sol a sol; él araba y sembraba para quien se lo pidiese y ganaba apenas para el sustento diario, pero no se quejaba.
Un buen día buscando trabajo, andando y andando por entre medio de los cerros, se encontró con un Ronque (cantidad de piedras amontonadas obstruyendo una senda o camino). El no pensó en buscar otro camino o tomar un atajo, él pensó que si viniese una pastorcita con sus ovejas, o un anciano con sus burros, no podría pasar, y se puso a sacar piedra por piedra del camino.
—¿Qué andas buscando?
El hombre sorprendido empezó a buscar de dónde venía esa voz; cuando miró hacia arriba vio una señora muy extraña, muy bien vestida y que lo miraba fijamente.
—¡La vida, señora! dijo balbuceando.
—Está bien, esperemos que vengan mis hijos.
El hombre siguió sacando piedra tras piedra mientras la mujer lo miraba.
Cuando llegaron los hijos, preguntaron
—¿Quién es?
Huaschiguagua (huaschi de huascho, sin padre, sin madre y guagua de criatura)
—¿Qué hacemos?
—Dénle una alforja y que no moleste más a mis animales.
El hombre quiso defenderse.
—Yo sólo mato un animalito cuando tengo mucha hambre y que sea de los más viejitos.
-Ya sé, pero no molestes más a mis animales, y no cuentes a nadie que me viste.
—Sí señora—, y se alejó corriendo.
El hombre, sorprendido, regresó a su humilde casa con la alforja, y allí recién se fijó qué contenía; grande fue su sorpresa al ver tantas monedas de plata.
Tranquilo y paciente como era él pensó qué hacer, cómo ayudar a los demás, y sin que nadie lo notara lo fue haciendo, compró semillas, arrendó campos, aró y sembró como si nada hubiese cambiado. Al cabo de algunos años, tenía su propia tierra y su progreso no se podía ocultar. Al enterarse su hermano, le entró la curiosidad de cómo había logrado tanta prosperidad si él sólo vivía para los demás, y fue a verlo, para sacarse la duda. Pero el buen hombre nada contó, por más que le insistió.
El hermano, lleno de codicia al ver el progreso, urdió una trampa.
—¿Comemos un asadito de despedida, hermanito?
—Bueno.
Pero la codicia podía más que el encuentro de dos almas, lo hizo machar (emborrachar) y al final confesó todo. Satisfecha su curiosidad, se marchó. Buscó las ropas más viejas, se vistió de pobre y con un atadito de leña en la espalda, salió a buscar a la señora. Cuando llegó al lugar indicado,  encontró a la PACHA sentada sobre el ronque.
—¿Qué andas buscando?
—La vida señora.
—Quédate  ahí  y espera que vengan mis hijos.
Cuando estos llegaron, preguntaron
—¿Quién es?
Purucodicioso.
—¿Qué hacemos?
—Pónganle un sombrero de oro.
El hombre no cabía en sí de alegría.
Se durmió y al despertarse no había nadie y él estaba debajo del ronque; empezó a gritar y gritar, hasta que un cuervo se acercó y preguntó.
—¿Querís que te saque?
—Sí.
—Pero tendrás que darme tus ovejas y tus vacas.
—Trato hecho.
El cuervo lo sacó y voló con sus amigos a llevarse todo lo prometido.
Y el hombre quedó pobre como había aparentado serlo.
Las Salinas
largas, cristalinas, hojas en blanco
De mi América adormecida.
Ausencias, soledades.
Que reflejan los rostros escondidos,
en el vientre de la tierra.
Aguda singularidad,
que con sus lágrimas,
salan los sueños callados,
que tallan la memoria del sol,
en la tierra.

Esta es la forma de mirarse, dentro de uno, en estos espacios de silencio y de vida.
Las salinas reflejan la mirada profunda del runa (hombre) de América: ya han pasado más de 500 años de la llegada del hombre occidental a Ab Ya Yala (así denominaban los originarios a este continente que después bautizaron América).
Y la pobreza cada vez es mayor, la aculturización cada vez más profunda va separando a los originarios de su tierra, de sus animales, de sus ritos, de sus silencios y lo que es peor, abandonando su pacha, para ir a formar los cordones de villas miserias, de las grandes ciudades, donde están automarginados, sin esperanzas y tratando de cobrar los $150 que da el gobierno.
Los que no salen, se quedan también buscando ese cobro, y al tratar de sacarle a la tierra sus frutos, pasa a ser un recuerdo largo, como una salina.

Yo me pregunto, ¿cuál es la pobreza? Porque el que vive en los lugares como nuestras quebradas, come y come bien, de los productos de la zona. Pero mi pregunta va más allá; hay gente que se fue y está bien económicamente, pero no quiere acordarse de dónde vino y tampoco quiere saber adónde va; y allí se refleja la soledad, la ausencia, con la gravedad de que, ésa, es la herencia para sus hijos y los hijos de sus hijos.
Ahora bien, ¿cuál sería la solución? O ¿cuál es el meollo, de esta nota?
El meollo de la nota es aclarar que, para el hombre desarraigado, lo económico no es una solución. La pobreza se genera en no querer tener pasado, en no reconocerse, es decir que ha perdido su lengua y con ello su cultura y aquí esta lo esencial, lo que no sabemos el porqué, en realidad sí lo sabemos: los métodos de enseñanza creados desde la Capital para el resto del país, no son los adecuados, ni siquiera para los que viven en las ciudades del mal llamado interior.
Las leyes, sacadas sin ningún beneficio, para ellos. Ya que las tierras que algunos reclaman, no están en condiciones de cumplir sus ciclos como las que cuidaban sus antepasados.
La solución esta lejos, pero no imposible.
Se puede cortar un el Árbol en mil pedazos sin encontrar un nuevo fruto, pero cuando se dan las condiciones adecuadas (la luz tibia del sol, la lluvia, el suelo fértil) el árbol dará sus frutos sabrosos y bellos.
Para eso los seres humanos tendremos que crear muchas de las condiciones necesarias para desarrollar su potencial mediante la voluntad, es decir si se deciden hacerlo.
Si alguien no se decide a actuar de tal manera que pueda crear las condiciones necesarias para el desarrollo de sus cualidades ocultas (dones como la valentía, la fuerza de voluntad, la capacidad de pensar claramente y el reconocimiento de la belleza), esos dones no saldrán a la luz, como los frutos del árbol joven.
En cierto sentido, el fruto que aún no ha aparecido en el árbol no existe. Sin embargo, desde otro punto de vista sí existe, porque la capacidad de dar frutos está presente, oculta en el interior del árbol.
El Creador ha otorgado a los seres humanos un maravilloso poder espiritual: la capacidad de considerar el potencial como algo real, de decidirse a desarrollarlo y de actuar de tal manera que ese potencial se desarrolle.
Para ello tenemos que tener en cuenta que la cosmovisión circular nos enseña que nuestras cualidades de ser humano son universales.
Todos los seres humanos tienen los siguientes aspectos:
1. lo físico
2. lo mental
3. lo afectivo
4. lo espiritual
5. la voluntad

Tenemos que acordar que estos dones se equilibran entre sí. Nuestra forma de presentarlos es sólo una forma de representar algo que en realidad es universal y que, por lo tanto, podría representarse de muchas maneras. A menudo la gente usa los animales como símbolos de ciertas cualidades. Por ejemplo, algunos han utilizado el águila como símbolo de valor. Otros han usado la osa o el glotón ártico como símbolo de la misma cualidad.
A veces tenemos que mirar en otro lo que en realidad tenemos. 
Y creo esencialmente que todo está en cada uno de nosotros mirándonos adentro, sacando lo malo y mejorando lo bueno que tenemos que aportar para esta gran lucha.
No esperar del gobierno ni de corporaciones; la lucha para que algún día sea una masa, comienza en la soledad de esa salina.  
Muchas personas son incapaces de hacer esto. Están constantemente pensando en el futuro o el pasado, mirando hacia fuera  o hacia adentro y no hacia su adentro, o hacia un punto lejano, pero rara vez se concentran en el momento presente. El don de vivir plenamente en el presente nos ayuda a realizar tareas físicas que exigen que todos nuestros sentidos estén alertas. Y que nos entreguemos por completo a lo que estamos haciendo. Es entonces que descubriremos los rostros escondidos en los salares y nos daremos cuenta de que son rostros universales, que no son ni más ni menos por tener uno u otro color, y que el árbol dará frutos siempre y cuando los esfuerzos de cada uno de nosotros estén en la lucha permanente de buscarse y encontrar en cada uno: lo físico, lo mental,.lo afectivo, lo espiritual, la voluntad.
Lo demás es cuestión de tiempo, de saber que la siembra no es para uno, sino para la humanidad sin distinción de credo o de raza.
Estamos (como dice Alfonsina Storni) Dormidos y es hora de despertarse. 

José María Arguedas escritor peruano. (1911–1969) es quien me introduce en el estudio de la cultura Andina, quien a través de sus cuentos y relatos me muestra mi cara oculta, de ser Americano.
 Analogía entre Arguedas y Guaman Poma de Ayala

El encuentro entre las dos culturas que se enfrentaron en la toma de Cajamarca  en 1532, no es todavía un encuentro armonioso. Guaman Poma de Ayala y José María Arguedas están separados por casi 400 años; pero están íntimamente unidos en un mismo sentimiento de protesta contra el mismo agresor.
Así como en Guaman Poma, la sátira y la alegoría sirven como formas ficcionales de representación, el lirismo y la ternura sirven en Arguedas como formas de recrear el mundo de los que no tienen voz.
Arguedas utiliza un castellano matizado de quechua para que a través de él surja pujante y a la vez dolorida la voz olvidada del hombre andino. 
Arguedas no se limita como hace Guaman Poma a criticar la manipulación del poder que ejercitan los españoles sino que además critica las bases de este poder. Guaman Poma es un hombre pre-modernista y he aquí la diferencia en su protesta. Guaman Poma utiliza la concepción del espacio andino para con “las armas del enemigo” subvertir su mensaje. Arguedas utiliza la lengua de los vencedores; el castellano, para dejarnos sentir la voz humillada y marginal del hombre andino. Guaman Poma y Arguedas, como dirían Raquel Chang-Rodríguez y Rolena Adorno: “se apropian del signo” como arma de denuncia contra los atropellos y las injusticias de los que detentan el poder; de los invasores, visto desde una perspectiva andina.
Guaman Poma se inventa un pasado noble español para hacer que su discurso sea o parezca ser más legítimo. Arguedas se inventa también un pasado, al emparentarse espiritualmente con los indios. Guaman Poma y Arguedas crean sus propios espacios de juego utilizando el arma impuesta del “enemigo”. Guaman Poma y Arguedas desde el mundo de los vencidos inventan una estrategia perfecta y bien estudiada para llegar al mundo de los vencedores e intentar socavarlo.
Guaman Poma de Ayala y José María Arguedas tienen todavía fe en la justicia, ambos creen que podrán convencer a los lectores de realizar la desafiante y monumental tarea de releer la historia desde la perspectiva de los derrotados y aceptarla a pesar de las inconveniencias.
La lucha con el lenguaje es evidente en Guamán Poma y en Arguedas, aunque en el caso de este último la lucha con el lenguaje sea una táctica y no una realidad. Guaman Poma está “apropiándose del signo”, mientras que Arguedas es perfectamente bilingüe y utiliza “el signo” de la escritura en la lengua castellana para expresar la voz y la cultura andina.
La cosmovisión andina es evidente en el caso de Arguedas y un poco más velada en el caso de Guaman Poma. 
A través de los dibujos artísticos de Guaman Poma y de su simbolismo espacial andino, de sus identificaciones metafóricas, de su aparente candidez, (Adorno 1988) hay una ironía que niega la inocencia de su discurso. Guaman Poma dice que “el mundo está al revés”, porque la armonía con el cosmos se ha perdido, la Conquista cambió radicalmente las reglas del juego, convirtió lo armónico en un caos imposible. 
En el discurso lírico y de protesta social de Arguedas percibimos también la falta de armonía en el cosmos, la inversión del mundo.
En ambos discursos la visión del tiempo corresponde a la visión andina.
Guaman Poma combina el tiempo occidental con el andino; pero el andino es el que prevalece. Arguedas le hace decir a Kutu que llegará el tiempo de la venganza; porque el tiempo regresa, es cíclico. Ernesto entenderá que Justina no puede ser suya todavía, que fue de Kutu por “mucho tiempo”, que fue de don Froilán a la fuerza, que llegará el tiempo en que podrá ser también de él.
Guaman Poma plasma a través de su discurso y sus dibujos la cosmovisión andina. Arguedas también “propagandiza” en cada relato, en cada novela, en cada ensayo, la cosmovisión de los vencidos. Arguedas y Guaman Poma denuncian la injusticia contra los vencidos con “las armas del vencedor”. 
Arguedas a través de su lirismo nos permite sentir la comunión del hombre del Ande con la naturaleza y el paisaje.
Guaman Poma cree en la fuerza y la eficacia de la imagen para denunciar la injusticia. El lenguaje impuesto no le es suficiente a Guaman Poma para expresar el caos del mundo, se vale de la imagen también. El castellano no le basta a Arguedas para convencernos con su lirismo a ultranza; necesita recurrir a la lengua de sus sentimientos, al quechua, para comunicarnos lo más íntimo, lo más auténtico de su mundo escindido, donde “todas las sangres” todavía no están en comunión. Arguedas es capaz de transmitirnos toda la ternura del alma indígena, a través de su lirismo inmaculado, toda la rebeldía de su ser a través del argumento de sus relatos, su angustiosa preocupación existencial y social que lo llevó al suicidio en 1969 cuando sentía que ya no podía escribir, como Van Gogh que se quitó la vida cuando sintió que no podía pintar. 

CONCLUSIONES
1) La voz quechua surge —a propósito— en el castellano de Arguedas.
La cosmovisión andina está presente en la literatura de Arguedas y concretamente en el cuento analizado : “Warma Kuyay”.
Arguedas y Guaman Poma “se apropian del signo” para expresar su mensaje de denuncia frente a la injusticia.
La voz andina no puede expresarse solamente a través del castellano, aun cuando éste evidencie calcos sintácticos del quechua. Es necesario recurrir también a la música y al baile, a las palabras quechuas, al paisaje andino como lo hace magistralmente Arguedas. El castellano de Guaman Poma-aprendido a la fuerza- no es suficiente para presentar la visión “del mundo al revés”; debe usar la imagen para que su discurso pictórico apoye a su discurso escrito. (Aunque en muchos casos lo niegue). La voz del hombre andino a pesar de los siglos transcurridos, está lamentablemente todavía envuelta en una gruesa capa de silencio.
José María Arguedas escritor peruano. (1911–1969) es quien me introduce en el estudio de la cultura Andina, quien a través de sus cuentos y relatos me muestra mi cara oculta, de ser Americano.
 Analogía entre Arguedas y Guaman Poma de Ayala

El encuentro entre las dos culturas que se enfrentaron en la toma de Cajamarca  en 1532, no es todavía un encuentro armonioso. Guaman Poma de Ayala y José María Arguedas están separados por casi 400 años; pero están íntimamente unidos en un mismo sentimiento de protesta contra el mismo agresor.
Así como en Guaman Poma, la sátira y la alegoría sirven como formas ficcionales de representación, el lirismo y la ternura sirven en Arguedas como formas de recrear el mundo de los que no tienen voz.
Arguedas utiliza un castellano matizado de quechua para que a través de él surja pujante y a la vez dolorida la voz olvidada del hombre andino. 
Arguedas no se limita como hace Guaman Poma a criticar la manipulación del poder que ejercitan los españoles sino que además critica las bases de este poder. Guaman Poma es un hombre pre-modernista y he aquí la diferencia en su protesta. Guaman Poma utiliza la concepción del espacio andino para con “las armas del enemigo” subvertir su mensaje. Arguedas utiliza la lengua de los vencedores; el castellano, para dejarnos sentir la voz humillada y marginal del hombre andino. Guaman Poma y Arguedas, como dirían Raquel Chang-Rodríguez y Rolena Adorno: “se apropian del signo” como arma de denuncia contra los atropellos y las injusticias de los que detentan el poder; de los invasores, visto desde una perspectiva andina.
Guaman Poma se inventa un pasado noble español para hacer que su discurso sea o parezca ser más legítimo. Arguedas se inventa también un pasado, al emparentarse espiritualmente con los indios. Guaman Poma y Arguedas crean sus propios espacios de juego utilizando el arma impuesta del “enemigo”. Guaman Poma y Arguedas desde el mundo de los vencidos inventan una estrategia perfecta y bien estudiada para llegar al mundo de los vencedores e intentar socavarlo.
Guaman Poma de Ayala y José María Arguedas tienen todavía fe en la justicia, ambos creen que podrán convencer a los lectores de realizar la desafiante y monumental tarea de releer la historia desde la perspectiva de los derrotados y aceptarla a pesar de las inconveniencias.
La lucha con el lenguaje es evidente en Guamán Poma y en Arguedas, aunque en el caso de este último la lucha con el lenguaje sea una táctica y no una realidad. Guaman Poma está “apropiándose del signo”, mientras que Arguedas es perfectamente bilingüe y utiliza “el signo” de la escritura en la lengua castellana para expresar la voz y la cultura andina.
La cosmovisión andina es evidente en el caso de Arguedas y un poco más velada en el caso de Guaman Poma. 
A través de los dibujos artísticos de Guaman Poma y de su simbolismo espacial andino, de sus identificaciones metafóricas, de su aparente candidez, (Adorno 1988) hay una ironía que niega la inocencia de su discurso. Guaman Poma dice que “el mundo está al revés”, porque la armonía con el cosmos se ha perdido, la Conquista cambió radicalmente las reglas del juego, convirtió lo armónico en un caos imposible. 
En el discurso lírico y de protesta social de Arguedas percibimos también la falta de armonía en el cosmos, la inversión del mundo.
En ambos discursos la visión del tiempo corresponde a la visión andina.
Guaman Poma combina el tiempo occidental con el andino; pero el andino es el que prevalece. Arguedas le hace decir a Kutu que llegará el tiempo de la venganza; porque el tiempo regresa, es cíclico. Ernesto entenderá que Justina no puede ser suya todavía, que fue de Kutu por “mucho tiempo”, que fue de don Froilán a la fuerza, que llegará el tiempo en que podrá ser también de él.
Guaman Poma plasma a través de su discurso y sus dibujos la cosmovisión andina. Arguedas también “propagandiza” en cada relato, en cada novela, en cada ensayo, la cosmovisión de los vencidos. Arguedas y Guaman Poma denuncian la injusticia contra los vencidos con “las armas del vencedor”. 
Arguedas a través de su lirismo nos permite sentir la comunión del hombre del Ande con la naturaleza y el paisaje.
Guaman Poma cree en la fuerza y la eficacia de la imagen para denunciar la injusticia. El lenguaje impuesto no le es suficiente a Guaman Poma para expresar el caos del mundo, se vale de la imagen también. El castellano no le basta a Arguedas para convencernos con su lirismo a ultranza; necesita recurrir a la lengua de sus sentimientos, al quechua, para comunicarnos lo más íntimo, lo más auténtico de su mundo escindido, donde “todas las sangres” todavía no están en comunión. Arguedas es capaz de transmitirnos toda la ternura del alma indígena, a través de su lirismo inmaculado, toda la rebeldía de su ser a través del argumento de sus relatos, su angustiosa preocupación existencial y social que lo llevó al suicidio en 1969 cuando sentía que ya no podía escribir, como Van Gogh que se quitó la vida cuando sintió que no podía pintar. 

CONCLUSIONES
1) La voz quechua surge —a propósito— en el castellano de Arguedas.
La cosmovisión andina está presente en la literatura de Arguedas y concretamente en el cuento analizado : “Warma Kuyay”.
Arguedas y Guaman Poma “se apropian del signo” para expresar su mensaje de denuncia frente a la injusticia.
La voz andina no puede expresarse solamente a través del castellano, aun cuando éste evidencie calcos sintácticos del quechua. Es necesario recurrir también a la música y al baile, a las palabras quechuas, al paisaje andino como lo hace magistralmente Arguedas. El castellano de Guaman Poma-aprendido a la fuerza- no es suficiente para presentar la visión “del mundo al revés”; debe usar la imagen para que su discurso pictórico apoye a su discurso escrito. (Aunque en muchos casos lo niegue). La voz del hombre andino a pesar de los siglos transcurridos, está lamentablemente todavía envuelta en una gruesa capa de silencio